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domingo, 12 de julio de 2015

El Robot de CasaIdeas: Un camino hacia la frustración y el odio infinito contra el maldito sujeto que lo diseñó

AVISO: Este artículo está lleno de odio. Y si quieren saltarse el texto gigante, el timelaps del armado está al final.





Hace poco me cambié de casa. El tema del cambio de casa es divertido porque te obliga a comprar cosas de casa, lo cual significó en algún momento ir a CasaIdeas, un lugar bastante mágico donde hay varias cosas interesantes (aunque con varias personas coincidimos que antes era más mágico). En este paseo me encontré con algo que me llamó poderosamente la atención: un Robot! Un maldito robot que tenía que armar yo, sólo yo, venía con herramientas y todo, perfecto para sentirse científico loco, o Tony Stark armando el Mark 1, o básicamente cualquier villano estándar, pasando por El Laboratorio de Dexter y los Power Rangers.


Venía en su cajita café, me decía cuántas piezas traía, y venía con herramientas incluidas, ¿cuándo un producto viene con algo incluido si estos compadres sólo quieren el mother fucking money? Parecía que todo era perfecto, y era para niños mayores de 8 años y yo tengo 25, ¿qué tan difícil podía ser? Nunca antes había sido tan ingenuo. 
Abrí la caja y dentro encontré todo bien empaquetado, 5 bolsitas cerradas que dentro guardaban, lo que supuse, sería mi entretención por las próximas horas, abrí las bolsas una por una y fui supervisando cautelosamente que vinieran todas las piezas que debían venir y que salían indicadas en cantidad en la hoja de instrucciones, las conté una por una y estaban todas, eso fue maravilloso, temblaba ante la posibilidad de que no estuvieran todas las piezas y tener que volver y cambiarlo y posponer, lo que se supone, sería una tarde armando un magnífico robot mecano. Luego pasé a la bolsa de tornillos y las tuercas; tornillos de 4 longitudes diferentes y muchas tuercas del mismo hilo, en ese momento salió mi ingenuidad (pensé en un momento) y preferí no contarlos, porque, tal como en algunos juegos de cartas o en elementos similares, envían un par más just in case, confiando que ese sería el caso, procedí a ordenar las piezas y me dispuse a construir con mis manos de trabajador mi robot mecano, el cual tendría que hacerme compañía en las noches de trabajo aquí junto al notebook, defendiéndome de amenazas extraterrestres y similares.

Armé y armé, tuerca por tuerca, tornillo por tornillo, seguí las instrucciones paso por paso, mi robot empezó a tomar forma y yo era cada vez más feliz, pero llegó un momento en que no pude continuar, me faltaban tornillos ¡El Horror! Sentí desesperación, un hilo de sudor helado corría por mi espina, veía los rostros deformes y la vista de la ventana era en blanco y negro, empecé a sentir una especie de mareo y tuve que mirar desde la distancia que mi pequeño robot, mi Pinocho, estaba incompleto, deforme, como un adefesio pidiendo la muerte, fue una pésima forma de terminar el día.

En ese momento maldije a CasaIdeas y todo lo que ellos significaban, maldije los platos de madera, los lápices con resorte, el olor a incienso, todo, lo que es todo, habían muerto para mi.
Por un par de días el robot manco reposaba en mi mueble en espera a que me dignara a ir a CasaIdeas y cambiarlo por otro que tuviera todas las piezas, hasta que llegó el día, tomé la caja, las bolsas, las instrucciones, todo, y tal como las conté cuando las saqué, fui contando para que no faltara nada, y cuando llegó el momento conté también los tornillos y las tuercas, para ver cuántas faltaban y tener esa información disponible para la gente del local, ¿mi sorpresa? Estaban todas las tuercas y tornillos que deberían haber venido.
En ese momento hice La Gran Descartes y desconfié de mis sentidos y de mi habilidad de contar ¿podría ser? La confusión era masiva, decidí conseguir más tornillos y más tuercas, esto no se podía quedar así, no podía ser que a mis 25 años no pudiera seguir unas instrucciones, decidí ir a cambiar el robot por uno nuevo por miedo a que hubiera algo mal con él, todo fue mal desde ahí.

Llovía, no, no llovía, había un maldito diluvio universal afuera, hasta pensé que en algún momento pasaría el Arca de Utnapishtim por afuera, y fue así como sin ningún tipo de miedo partí al mall para cambiar a mi robot manco. Mas grande fue mi sorpresa cuando sólo faltaban un par de pasos para llegar a la caja, recuerdo que en mi velador estaba la boleta junto al ticket de cambio, fue una sensación de desnudez incomparable, no quedó más que ir a casa de nuevo a buscar la boleta y volver con el rabo entre las piernas, y mientras tanto llovía, el cielo se abría y escupía agua sin mirar a quién, era sin duda el clima perfecto para que todo esto pasara, mi destino estaba marcado desde ese momento, y debería haber aprendido a leer las señales.
Una vez volví, el cambio fue rápido, indoloro, sin mayores preguntas, profesional.

Al llegar a la casa supe que era el momento, y créanlo o no, ahora recién empieza mi relato sobre cómo armé el robot, relato al que llamo: "El Robot de CasaIdeas: Un camino hacia la frustración y el odio infinito contra el maldito sujeto que lo diseñó" AKA "Sobre cómo desarrollé mi gastritis nerviosa: Práctica guía para evitar malos ratos no comprando robots en CasaIdeas".

Cuando elegí el nuevo producto me fijé que fuera una caja que no haya sido manipulada por otro ser humano salvo la fauna nativa que trabaja en cautiverio en el lugar, y al llegar a la casa procedí con el mayor de los cuidados: instalé la cámara para poder hacer el timelapse que podrán ver más abajo, me puse pijama, vacié la mesa de centro para trabajar mejor y me dispuse a mi labor, labor para la cual en algún momento sentí que había nacido, mientras, afuera seguía lloviendo.

Procedí igual que la primera vez, abrí las bolsas para contar las piezas, y sentí algo que no sentí la primera vez, todas las piezas metálicas estaban cubiertas por una especie de aceite que imagino estaba ahí para evitar algún tipo de daño sobre ellas, y a mi que no me gusta la sensación aceitosa, es fue verdaderamente un golpe bajo. Pero como soy un espartano continué.


Primero hablaré de las instrucciones. Estoy 100% seguro que faltó una hoja. Armar el complejo robot sólo se explicaba en 8 pasos, pero no explicaban orden de ensamblaje ni especificaban en todos los pasos los tipos de tornillos que iban en cada parte, desconozco si estaban faltos de papel o simplemente existe odio en el corazón del monstruo que hizo las instrucciones, en el video verán claramente que lo armo con relativa facilidad, pero es porque ya había armado uno, y sin embargo con toda la experiencia que adquirí, me costó un montón poder ensamblarlo, y lo peor de todo es que en el paso 7 están todas las partes separadas, y en el paso 8 sale el robot armado, me recuerda a esos tutoriales de dibujo que el último paso es agregar detalles los cuales resultan ser el 90% del trabajo. 
Sinceramente, si van a dar esa clase de ayuda mejor no den nada, yo me esperaba un trillón de pasos a seguir, ¡estamos hablando de un robot por las barbas de Neptuno! No de una repisa.


En segundo lugar hablaré de tornillos y tuercas. Al parecer están hechos como todos los tornillos tradicionales, con una base de acero con alguna aleación de zinc, cromo o molibdeno, pero estos tornillos tienen un ingrediente más, el cual es muy raro y sólo identifiqué cuando iba por la mitad del armado. Aunque no se vea claramente en la cámara, algunos tornillos estaban recubiertos por una gruesa capa de odio y mala voluntad, porque estaban tan mal hechas las weás que simplemente no se podían atornillar a las tuercas, me imagino al Shinobi que los fabricó gozando porque dentro, muy dentro suyo sabía que en algún lugar del mundo iba a existir un ser humano sufriendo (y digo sufriendo porque ello significó alrededor de 30 minutos tratando de poner UNA maldita pieza) por no poder atornillar la pieza 2205 a la 6626 porque el puto tornillo tenía mal hecho el hilo. Sufrí, sufrí cantidad cuando los putos tornillos no hacían giro en la tuerca, mi vida pasó por delante y pequé al pensar en rendirme, estuve en las profundidades y resurgí como el Caballero de la Noche al recordar que no tenía que usar necesariamente las herramientas que venían con el modelo, así que fui a buscar un caimán y técnicamente a punta de músculo les hice el hilo a la fuerza a las partes.
Y mientras procedía con la fuerza bruta, y al mirar atrás y recordar el odio que sentía cuando no podía ensamblar las piezas, no podía dejar de preguntarme ¿este es un juego para niños? me hubieran dado este juguete teniendo 9 años, probablemente hubiera cometido suicidio o hecho La Gran Elephant y matar a todos en la escuela.


No es que tenga todo malo el robot, salvo los tornillos, los demás elementos son de sorprendente buena calidad, las piezas de plástico no tienen barbas por cortes como tampoco las tienen las partes de metal, que tienen buenos acabados y firmeza. Ambas herramientas que trae el pack serían suficientes si los tornillos fueran de mejor calidad, pero ambas se comportan ad-hoc a la tarea que tienen que cumplir, y lo mejor es la sensación de triunfo que tienes cuando lo terminas, porque esto es una lucha, es una lucha a muerte contra la frustración, en la cual sólo puede haber un ganador, y depende de cómo te enfrentes al robot de la perdición va a ser la definición de este episodio, siempre y cuando te quiera enfrentar a él, lo cual no recomiendo.


Análisis final:

La caja dice claramente que es para mayores de 8 años, y en algunas partes de las instrucciones dice niñoideas, sin embargo (y fuera de toda broma) no creo que este juego deba ser entregado a niños con menos de 15 años. Yo tengo 25 años y fue verdaderamente difícil para mi enfrentarme al robot, no porque me costara armarlo ni porque las piezas son de difícil manejo, sino porque claramente al robot le faltan partes y unas mejores instrucciones (o simplemente soy pésimo en esto y en verdad yo soy el que está fallado, es una posibilidad igual).
El nivel de frustración al que me enfrenté mientras lo construía fue proporciones dantescas, esto porque al juguete efectivamente le faltan y sobran piezas, aún cuando me conseguí más tornillos y aunque el juguete venía con todas las piezas que dice traer, los tornillos pequeños no fueron suficientes para hacer todo lo que intenté descifrar desde las instrucciones, y le sobran dos piezas de metal que aunque busqué no van en ninguna parte, y aunque fueran, ya no quedan tornillos para adherirlas.

¿Me sentí bien cuando lo terminé? Extremandamente bien, en algún momento el asunto fue así como un desafío personal, y al final casi me sentía como Pigmalión, queriendo que empezara a caminar y tuviera vida.

Cabe recalcar al final que me demoré aproximadamente 3 horas en terminarlo, parece poco tiempo en el video, pero bueno, esa es la magia del timelaps.

Si les gusta sufrir, por 5 luquitas pueden darse una fuerte dosis de frustración y amargura, pero no digan que no se los advertí.



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